Calendarios para atrapar el tiempo

«Calendarios, la señal gráfica del tiempo»

Pasa el tiempo, cambian los medios, la sociedad evoluciona. No digamos la tecnología y, sin embargo, en lo que respecta a las emociones, apenas hemos variado. Contamos con todo tipo de dispositivos digitales: smartphones, tableta, ordenadores super avanzados en los que podemos (y lo hacemos) mirar el calendario y gestionar nuestras agendas de maneras más accesible y ordenada que nunca. Bien, pues hoy, en el año 2018, adentrándonos de manera peligrosa en el meollo del siglo XXI (¡qué vértigo da ver como pasa el tiempo!), los calendarios de papel siguen siendo uno de los soportes que sobrevive al tsunami digital.

Y, con el año recién empezado (pero, ojo, ¡qué vuela!), hemos recibido algunos y hemos hecho otros. Y siempre me producen una sensación de melancolía sabrosa.

CALENDARIOS POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS

Recuerdo en mis primeros pasitos dentro del mundo del diseño, un primer encargo de un bote para lápices con un calendario en el que apenas se podían ver los números pero que, al parecer, resultaba muy práctico y solicitado para los escritorios de muchas personas. Años más tarde, y por razones circunstanciales, el calendario convirtió en soporte que formó parte de mi trabajo y de mi vida personal. En la empresa en la que trabajaba entonces, vinculada al mundo gráfico, el calendario era un soporte de envío promocional importante ya que reflejaba las capacidades de diseño de la firma así como las productivas con acabados de alta calidad.

En el departamento de diseño, decidimos fusionarlo con otra de nuestras pasiones, la fotografía. Nuestros viajes por el mundo (Vietnam, Namibia, Mexico, Guatemala, New York…) resultaron ser la mejor excusa para un soporte que, entonces sin redes sociales, se hizo viral con un simple boca a boca. Se multiplicaron las solicitudes de calendarios y era muy curioso encontrarse láminas enmarcadas en despachos o centros públicos.

Con el paso del tiempo, la producción de calendarios ha bajado pero no desaparecido. Mirad a vuestro alrededor y observad cuántas personas tienen un calendario de sobremesa a su lado. Cuántas de éstas, anotan sus citas, días especiales o los señalan porque ese día pasado también se convirtió en especial.

El calendario es un reflejo del paso del tiempo. Y nuestra vida no es más que un intento de planning de dicho tiempo. Cuando miramos las fechas en el soporte que sea, estamos haciendo un recorrido visual de nuestros momentos de vida. Es una manera de dejar atrapado aquello que nunca llegaremos a poseer.

EL CALENDARIO COMO EJERCICIO GRÁFICO

Aquellos que gusten del diseño, pueden corroborarlo. Cuando se necesita inspiración gráfica, los calendarios son una apuesta segura. Resolver de manera innovadora, atractiva un calendario es un divertido ejercicio de diseño útil. Los hay que buscan la practicidad como algo ineludible y los hay (como el que hacíamos en esos años locos de fotografía), que son la excusa perfecta para presentar una «orgía gráfica».

Desde aquel primer encargo que hice en mis años mozos, ha habido muchos calendarios. A decir verdad, muchos fueron «FEOS» y poco reseñables desde cualquier punto de vista. Con el tiempo y el aprendizaje, he comprendido que cualquier cosa que hacemos ya no es una excusa, habla de nosotros mismos, y si pones cariño en cada pequeña cosita, por chiquitina e insignificante que parezca, seguro, tendrá su eco en la eternidad; como decía aquel.

Aquí, uno de nuestros últimos calendarios para una pyme a la que acompañamos en el camino. Si quieres ver el calendario, pincha aquí

 

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