La Navidad en el siglo XXI es sinónimo de consumo. El espíritu lo alimentamos con galas y regalos además del buen acopio de cosas ricas que nos metemos en el cuerpo como si de la “última cena” se tratara. Es un sabroso y perfecto momento para las marcas de consumo. Ropa, juguetes, joyas, libros…. tienen, en pocos días, la oportunidad de hacer su propio agosto. Y lo ponen todo tan bonito que, a la oportunidad de regalar aquello que necesitamos, sumamos una, dos, o mejor tres cosas más que no necesitamos.
Nos rendimos a las marcas. Y, en esa batalla, éstas, a sabiendas de que sí o sí estaremos ahí, establecen sus condiciones.
Hace unos días comprobé que Decathlon se suma a otras grandes marcas en la iniciativa de no ofrecer papel de regalo para sus clientes. Ahora lo venden.
Bien. El proceso ha pasado de, primero empaquetar regalos el personal de la marca, a habilitar una mesa con rollos de papel donde los consumidores, a empujones, nos batíamos por las tijeras o por un simple hueco en la mesa a tener que comprar dicho papel y “wrap yourself” en tu casita, majo…seguir leyendo. |