No me gusta especialmente el café. Ni siquiera desayuno con café. Sólo me tomo un cortado a media mañana y siempre lo acompaño de una galleta rellena de “double choc”, o lo que es lo mismo, con mucho chocolate. Y, además, ese cortado, sólo me gusta de mi máquina de cápsulas, esas con las que sale mucha espuma y el cortado no es ni muy fuerte ni muy suave. Seguir leyendo
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